¿Miedo a la Transformación Digital?
¡No me interesa la Transformación Digital!, mi mercado no es digital … Esas palabras las había escuchado muchas veces, incluso esa mañana otro ejecutivo las había pronunciado, estaba acostumbrado.
En muchos casos, el desconocimiento nos da miedo, el consultor de Transformación Digital tenía la manera de abordar estos temores, su proceso iba en 3 simples pasos, los repaso mentalmente, como una vieja costumbre.
- Hay que explicar que es Transformación Digital, pero más importante, dar certeza de lo que no es
- No es transformación, es una evolución digital como un seguro para el negocio
- Y responder la pregunta importante, que es la mecha que explota todo ¿Por dónde empiezo?
La primera parte era divertida, muchos tomadores de decisiones lo entendían de manera rápida, digitalizar los procesos es vital, pero no es transformación digital, les decía como conclusión, a veces con eso bastaba, pocas ocasiones requería más detalle, se pasaba a la siguiente idea, la cual les hacía sentir más cómodos, aunque no entendían la razón, era un común denominador, la explicación siempre hacía sentido, era algo como lo siguiente.
Luego de esta frase, le gustaba apoyarles diciendo que, nadie quiere de buena gana tener fricciones, nos resistimos como quién odias las inyecciones, pero sabe que las necesita para aliviar la enfermedad, pero ¿Si hubiera otra manera? ¿La tomarías?
“Evolución es pian pianito, disfrutando el viaje”
Aquí, una pausa estudiada le daba un placer simple, pero singular, siempre venía la participación activa, del interlocutor: ¡Entonces, es un viaje la evolución digital!
Las primeras barreras habían sido derribadas, lo que antes parecía inexpugnable, hoy tenía una grieta por donde integrarse para avanzar, antes de que surgieran las dudas, adelantaba la pregunta:
¿Por dónde empezamos?
No solo era una pregunta, era la manera en que medía el impacto del proceso, la aceptación permitía avanzar, ante la duda regresar a revisar dónde la fricción estaba aún presente, muchos equipos, grandes tomadores de decisiones, experimentados directores, tenían una pregunta o afirmación que solía ser más frecuente y peligrosa.
¡Mi mercado, mis clientes, no son digitales, no les interesa los medios digitales!
La principal herramienta del consultor era la retórica, como un medio para unificar conceptos y hablar de lo mismo, los proveedores hacían mucho daño vendiendo herramientas en lugar de estrategias, les decía, los medios digitales son una vía de llegar a más mercado y en ocasiones una manera de conservar los existentes, las herramientas hay muchas, pero primero debemos entender que lo que importa es el negocio a través de los medios que lo ofrecemos, más que las herramientas que nos permitan hacerlo.
Una vez determinado los medios para otorgar el servicio, como una estrategia, encontraremos la táctica a través de herramientas digitales que mejoran la experiencia, por horarios, por la facilidad que brinda no salir de casa, por los costos operativos más reducidos, entre otras, claro que tiene su lado oscuro, retos que resolver, pero en un balance es un seguro para el modelo de negocio.
Cuándo las negativas eran mayoría y se parafraseaban, no era algo anormal que en el ambiente se notara que era una buena alternativa, pero dudaban de sus capacidades internas, de la tecnología que se tendría que integrar, los costos asociados, los tiempos para ejecutar, el riesgo operativo que conlleva en caso de fallos, los aspectos relacionados a fraudes digitales, entre muchos otros temas, que se repetían una y otra vez, el consultor buscaba conciliar, con enorme paciencia explicaba que no era transformación, era evolución, esta simple diferencia en una palabra, sumaba de manera exponencial intención de existir y ejecutar con una baja fricción, el discurso tenía una buena intención.
En este punto ocurrían dos situaciones, las organizaciones y las personas que tomaban las decisiones entendían que era interesante, que, en un punto acompañados, podrían ejecutar, pero seguían dudando, entonces sacaba la carta final, esa que sería la última defensa antes de abandonar la misión, por qué a nadie se le puede obligar a hacer algo que no quiere.
Estas palabras dejaban un silencio, señal inequívoca de avanzar a la pregunta importante ¿Por dónde empezamos?
Si le seguían argumentos en contra, buenas intenciones, pero con dudas profundas apalancadas de éxitos pasados, afirmando una y otra vez, quizá buscando creer que a fuerza de repetir se haría realidad.
¡Mi mercado no lo necesita, mis clientes no tienen experiencia en aplicaciones ni tecnología!
En estas situaciones, luego de horas de conversación, de agotar argumentos, con paciencia se ponía de pie el consultor, buscaba el tono de voz más amable, ese que reservaba para la retirada, diciendo con toda la intención.
Con todo respeto, lo que tienen es miedo a la Transformación Digital, pero les ofrezco evolución digital y siguen convencidos que es lo primero más que lo segundo, no puedo ayudarles, muchas gracias.
Anotaba en su libreta al salir, le tienen miedo a la Transformación Digital y yo también.